lunes, 11 de septiembre de 2006

Australia. Perth

Estamos en Perth, Australia.
El shock al llegar aquí ha sido bastante grade. Venimos de Tokio, Hong Kong, Hanoi… varias de las ciudades más pobladas del mundo, y ahora estamos en Australia, país con las dimensiones de USA (el sexto del mundo, dato para Madri), y la mitad de población que España.
De todas formas, Perth tiene casi dos millones de habitantes y no los vemos por ninguna parte. Parece como si hubieran huido todos de golpe, algo como lo que pasó en el pueblo fantasma de Bodie (dato para N&R). Se ven locales abandonados, calles desiertas, jardines sin gente disfrutando de ellos… es la ciudad sin alma. Según nuestra guía (algo anticuada), aquí hubo hace unos años un boom, principalmente automovilístico. Muchos de los implicados en aquel negocio acabaron en la cárcel y todo se fue a pique. Por ello muchos rascacielos no llegaron a ocuparse plenamente. Parece que, aunque hayan pasado algunos años desde aquello, todo sigue medio vacío. Si la ciudad tuviera algo de espíritu, sería un lugar muy agradable para vivir. Hay edificios coloniales bonitos, grandes rascacielos, enormes parques y jardines, el tráfico no es agobiante (ni por asomo), y el río que divide la ciudad le da un aire muy bonito… pero qué ciudad más aburrida. ¿Dónde se ha visto una ciudad en la que las tiendas y las cafeterías cierren a las 17:30? Curiosamente, en España las tiendas que cierran al mediodía suelen abrir a las 17:00 por la tarde…
Además, hace un frío que pela. Es verdad que tras pasar cuatro meses y medio en el trópico, ya no estamos acostumbrados a este biruji. Pero es que aquí son muy aguerridos y dejan abiertas todas las puertas y ventanas de los comercios y restaurantes, como si estuviéramos en verano. Para colmo, nuestro albergue no tiene calefacción. Previsión para los próximos días: 5 grados de mínima y 18 de máxima, con viento y lluvia. La gente parece una mezcla entre cocodrilo Dundee, rudos tejanos y los irlandeses inadaptados de las películas de Ken Loach. Son grandotes, rubios, robustos, de mirada dura. Mujeres enormes y pechugonas… la que no está gorda mide uno ochenta. La verdad es que nos parecemos más a ellos que a los asiáticos, pero después de 4 meses, nos habíamos acostumbrado a los asiáticos, mucho más pequeñitos, delicados, flexibles, sonrientes, curiosos, graciosos….
De todas formas, nuestro recuerdo de Australia y los australianos de hace tres años es excepcional. Precisamente ese aire de la gente, tan rudo pero a la vez amable y acogedor, es una de las cosas que nos cautivó de ellos Así que en breve, cuando nos acostumbremos de nuevo a ellos, volveremos a disfrutar mucho de este país.

Por desgracia, Perth nos va a tener atrapados durante unos días. La pupas ahora tiene tendinitis en los tendones de Aquiles, así que estaremos aquí unos días hasta que se recupere.


Vista desde el otro lado del río


Calle céntrica a las 5 de la tarde. ¿Alguien se imagina la Gran Vía así?

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